sábado, 20 de abril de 2013

ABUSOS SEXUALES En Barcelona y en Valencia

Foto: Cómo detectar el abuso sexuales a menores
Siguiendo con la serie de artículos destinados a conocer y prevenir el abuso sexual infantil, en esta ocasión se presentan los indicadores, síntomas y signos que deben ser observados y atendidos en las diferentes etapas del ciclo vital.

Existen ciertos indicadores, signos o síntomas, a los que los padres deben poner atención, pues pueden estar señalando la posibilidad de un abuso. Esto no significa que, ante la presencia de uno de estos signos se deba entender que efectivamente hubo abuso sexual, sino más bien, que hay que poner atención y observar si éste se da de manera aislada o existen otros síntomas asociados que podrían estar indicando algo más. Dentro de lo posible, es necesario, como se dijo anteriormente, estar permanentemente monitoreando a los niños, a través del diálogo cuidadoso, sin interrogarlos excesivamente y evitando atemorizarlos.

Jorge Pantin, del cuerpo médico forense de la corte suprema de justicia argentina, propone indicadores que deben ser observados, de acuerdo a la edad de los niños. Estos se exponen a continuación:
En la edad preescolar: Llanto excesivo, sin razón aparente y conducta irritable o agitación extrema en lactantes. Regresión a alguna fase anterior del desarrollo (enuresis, encopresis, succión del pulgar, utilización del tono de voz o lenguaje de las guaguas). Miedos excesivos (a la oscuridad, a quedarse con determinadas personas, a los momentos de soledad, etc). Juegos sexuales repetitivos con juguetes, compañeros o mascotas. En este punto hay que poner mucha atención, ya que el niño tiende a reproducir en el juego lo que le ha ocurrido. Es importante destacar que este tipo de juego excede la exploración sexual, considerada adecuada a la fase de desarrollo en que se encuentra. La masturbación excesiva hasta el grado de producir irritación, la masturbación compulsiva e incluso en público pueden ser indicadores de abuso también.

Mal sueño, falta de alimentación y falta de concentración son algunos de los síntomas que deben tomarse en cuenta a la hora de querer detectar el abuso sexual de menores.

Los trastornos del sueño, incluyendo pesadillas, miedo a irse a la cama, miedo a estar solo en el dormitorio. La dependencia excesiva, especialmente con respecto a ciertos adultos y en  respuesta a otros. Debe prestarse atención  en esta etapa del desarrollo también, al retraimiento y las dificultades en la socialización, la modificación de los hábitos alimentarios, ya sea por aumento o disminución y al conocimiento explícito de los actos sexuales más allá de los niveles normales de desarrollo.

Indicadores en la edad escolar: Problemas escolares, incluyendo fobias escolares (pues puede haber abuso por parte de algún trabajador de la escuela), ausencias frecuentes, miedo a volver a casa después del colegio, cambios notorios en el rendimiento escolar. Cuantiosos temas de violencia en los dibujos o trabajos escolares. Distanciamiento de los compañeros. Desarrollo de relaciones de amistad inadecuadas para la edad, especialmente con niños más pequeños que pueden ser controlados. Distorsiones de la imagen corporal y problemas relacionados, como miedo a ducharse después de educación física, temor a que otros la/a vean desnudo/a, ponerse mucha ropa para ocultar el cuerpo. Conocimientos sexuales avanzados. Cambios excesivos de humor. Expresión inadecuada de la rabia o angustia extrema. Depresión e ideas o intentos de suicidio. Inicio súbito de enuresis.

Trastornos alimentarios, incluyendo bulimia, anorexia o ingestión compulsiva de comida. Comportamientos sexualmente manifiestos hacia los adultos, como intentar coquetear y realizar insinuaciones de tipo sexual (como una forma aprendida de comportarse con los adultos). Simulación de actividad sexual sofisticada con niños más pequeños. Juegos sexuales, conductas sexuales abusivas sobre otros niños. Terror a ser rechazado. Actitud de duda, desconfianza y sospecha y sentimientos de culpa.

Indicadores en la adolescencia: Merma importante en su autoconfianza y autoestima. Malas relaciones con los compañeros. Tendencia a escaparse mucho del colegio o fugarse del hogar. Pasar mucho tiempo en la calle. Trastornos del sueño, incluyendo pesadillas, inquietud al dormir, sueño excesivo. Problemas escolares, incluyendo modificaciones importantes en el rendimiento académico y ausencias excesivas de la escuela. Retraimiento y aislamiento de amigos o compañeros. Consumo de drogas o alcohol. Automutilación, incluyendo tatuajes, quemaduras o cortes en el cuerpo (que con frecuencia son practicadas  para ‘liberar’ un dolor interno). MúItiples contactos sexuales. Comportamiento promiscuo. Prostitución, depresión, ansiedad y/o irritabilidad excesiva, ideas obsesivas, sentimientos displacenteros recurrentes, ideación, conductas o intentos suicidas. Conducta antisocial. 
 
 Cómo detectar el abuso sexuales a menores
Siguiendo con la serie de artículos destinados a conocer y prevenir el abuso sexual infantil, en esta ocasión se presentan los indicadores, síntomas y signos que deben ser observados y atendidos en las diferentes etapas del ciclo vital.

Existen ciertos indicadores, signos o síntomas, a los que los padres deben poner atención, pues pueden estar señalando la posibilidad de un abuso. Esto no significa que, ante la presencia de uno de estos signos se deba entender que efectivamente hubo abuso sexual, sino más bien, que hay que poner atención y observar si éste se da de manera aislada o existen otros síntomas asociados que podrían estar indicando algo más. Dentro de lo posible, es necesario, como se dijo anteriormente, estar permanentemente monitoreando a los niños, a través del diálogo cuidadoso, sin interrogarlos excesivamente y evitando atemorizarlos.

Jorge Pantin, del cuerpo médico forense de la corte suprema de justicia argentina, propone indicadores que deben ser observados, de acuerdo a la edad de los niños. Estos se exponen a continuación:
En la edad preescolar: Llanto excesivo, sin razón aparente y conducta irritable o agitación extrema en lactantes. Regresión a alguna fase anterior del desarrollo (enuresis, encopresis, succión del pulgar, utilización del tono de voz o lenguaje de las guaguas). Miedos excesivos (a la oscuridad, a quedarse con determinadas personas, a los momentos de soledad, etc). Juegos sexuales repetitivos con juguetes, compañeros o mascotas. En este punto hay que poner mucha atención, ya que el niño tiende a reproducir en el juego lo que le ha ocurrido. Es importante destacar que este tipo de juego excede la exploración sexual, considerada adecuada a la fase de desarrollo en que se encuentra. La masturbación excesiva hasta el grado de producir irritación, la masturbación compulsiva e incluso en público pueden ser indicadores de abuso también.

Mal sueño, falta de alimentación y falta de concentración son algunos de los síntomas que deben tomarse en cuenta a la hora de querer detectar el abuso sexual de menores.

Los trastornos del sueño, incluyendo pesadillas, miedo a irse a la cama, miedo a estar solo en el dormitorio. La dependencia excesiva, especialmente con respecto a ciertos adultos y en respuesta a otros. Debe prestarse atención en esta etapa del desarrollo también, al retraimiento y las dificultades en la socialización, la modificación de los hábitos alimentarios, ya sea por aumento o disminución y al conocimiento explícito de los actos sexuales más allá de los niveles normales de desarrollo.

Indicadores en la edad escolar: Problemas escolares, incluyendo fobias escolares (pues puede haber abuso por parte de algún trabajador de la escuela), ausencias frecuentes, miedo a volver a casa después del colegio, cambios notorios en el rendimiento escolar. Cuantiosos temas de violencia en los dibujos o trabajos escolares. Distanciamiento de los compañeros. Desarrollo de relaciones de amistad inadecuadas para la edad, especialmente con niños más pequeños que pueden ser controlados. Distorsiones de la imagen corporal y problemas relacionados, como miedo a ducharse después de educación física, temor a que otros la/a vean desnudo/a, ponerse mucha ropa para ocultar el cuerpo. Conocimientos sexuales avanzados. Cambios excesivos de humor. Expresión inadecuada de la rabia o angustia extrema. Depresión e ideas o intentos de suicidio. Inicio súbito de enuresis.

Trastornos alimentarios, incluyendo bulimia, anorexia o ingestión compulsiva de comida. Comportamientos sexualmente manifiestos hacia los adultos, como intentar coquetear y realizar insinuaciones de tipo sexual (como una forma aprendida de comportarse con los adultos). Simulación de actividad sexual sofisticada con niños más pequeños. Juegos sexuales, conductas sexuales abusivas sobre otros niños. Terror a ser rechazado. Actitud de duda, desconfianza y sospecha y sentimientos de culpa.

Indicadores en la adolescencia: Merma importante en su autoconfianza y autoestima. Malas relaciones con los compañeros. Tendencia a escaparse mucho del colegio o fugarse del hogar. Pasar mucho tiempo en la calle. Trastornos del sueño, incluyendo pesadillas, inquietud al dormir, sueño excesivo. Problemas escolares, incluyendo modificaciones importantes en el rendimiento académico y ausencias excesivas de la escuela. Retraimiento y aislamiento de amigos o compañeros. Consumo de drogas o alcohol. Automutilación, incluyendo tatuajes, quemaduras o cortes en el cuerpo (que con frecuencia son practicadas para ‘liberar’ un dolor interno). MúItiples contactos sexuales. Comportamiento promiscuo. Prostitución, depresión, ansiedad y/o irritabilidad excesiva, ideas obsesivas, sentimientos displacenteros recurrentes, ideación, conductas o intentos suicidas. Conducta antisocial.
 
 

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