Enfermedades psicosomática Como tratarlas mediante Hipnosis clínica y Naturopatía. www.hipnosis-hipnosis.com
Al paciente, tras mucho deambular de médico en médico, le han
mandado al psiquiatra, por un acné, una úlcera de estómago, asma o un dolor sin
causa aparente. ¿Cómo es posible? Por algo que parece enteramente una enfermedad
orgánica le remiten al «especialista de los nervios» y le dicen que padece un
trastorno psicosomático.
Como su mismo nombre indica, en las enfermedades
psicosomáticas se combinan lo psíquico y lo somático. Mente y cuerpo forman una
unidad indivisible en permanente diálogo y que mantiene intercambios constantes
con el exterior; los estímulos psíquicos pueden en un momento dado alterar la
armonía de esta estructura.
Esta idea es el punto de partida y apoyo de la
medicina psicosomática, rama de la medicina a caballo entre la psiquiatría y la
medicina general. En los problemas psicosomáticos se parte de un conflicto
puramente psicológico, que, al no ser elaborado de forma correcta, hace surgir
una enfermedad somática con toda su sintomatología, como una úlcera
gastroduodenal, un eczema o una hipertensión, apareciendo una lesión orgánica
evidente y demostrable. En esto se distingue de un proceso neurótico que también
tiene como partida un conflicto psíquico y una manifestación somática, pero que,
sin embargo, no cuenta con una lesión orgánica, ni una expresión física
cuantificable que justifique los síntomas corporales.
En la aparición de estos procesos intervienen factores
psicológicos, biológicos, sociales y de aprendizaje. Tensión, miedo y angustia,
junto al exceso de trabajo y actividad, generan el estrés que va produciendo
cambios en el organismo. Se alteran las hormonas, aparecen descargas de
adrenalina, el organismo se resiente y, en un momento dado, un órgano lanza una
señal de alarma.
Surge una enfermedad somática en respuesta a la inquietud
psicológica, es una consecuencia del estrés. En la elección del órgano no se
actúa al azar, sino que siempre se afecta al más débil. Es la teoría de la
inferioridad de los órganos: ante un problema psicológico que tiene que aflorar
por algún sitio, se aprovecha el punto más débil para la somatización.
Esta
respuesta se puede repetir; cuando el sujeto se ve envuelto en conflictos y
tensiones, aparece el mismo problema orgánico que en situaciones similares. Se
produce también un fenómeno de conversión que consiste en que un síntoma
psicológico se convierte en otro orgánico con el que de alguna manera tiene una
relación simbólica. Por ejemplo, ante un problema de relación con otras personas
el inconsciente se manifiesta a través de un problema en la piel.
Las enfermedades psicosomáticas se relacionan con la
capacidad de expresión verbal condicionada por factores socioculturales. A
medida que ésta es más baja, la persona tiende a expresarse más con un lenguaje
corporal y el mismo camino siguen sus conflictos psicológicos. Apunta una
personalidad psicosomática al estilo de las personalidades neuróticas, con un yo
superestructurado incapaz de comunicar los conflictos del subconsciente, pero
que, ante la necesidad de expresarlos, los materializa al corporizarlos.
Finalmente, hay que anotar lo que en psiquiatría se llama la
«ganancia secundaria»; a través de la enfermedad, el enfermo puede obtener una
serie de beneficios más o menos valorables, como más atención por parte de
quienes lo rodean, consideraciones especiales en el trabajo, en la familia, una
baja... Así, de forma consciente o inconsciente, el enfermo puede querer seguir
siéndolo.
Hay una serie de puntos a tener en cuenta en las enfermedades
psicosomáticas:
— Pueden independizarse de la causa psicológica que las
originó e ir avanzando en el plano orgánico, transformándose en un proceso
patológico independiente.
— Pueden manifestarse por fases, de acuerdo a las crisis de
la biografía del enfermo.
— Pueden cambiarse de un trastorno psicosomático a otro, sin
reglas fijas, y dependiendo de las situaciones ambientales y personales que
concurran en cada momento.
— Pueden asociarse a otros procesos psicopatológicos, como la
depresión o la crisis de angustia.
Enfermedades psicosomáticas:
Aparato digestivo:
— Úlcera gastroduodenal.
— Colitis ulcerosa.
Aparato respiratorio:
— Asma.
— Alergia respiratoria.
— Síndrome de hiperventilacíón.
— Síndrome de retención respiratoria.
— Rinitis vasomotora.
Piel:
— Eczema.
— Psoriasis.
— Acné.
— Hiperhidrosis.
— Alopecias.
Aparato cardiovascular:
— Hipertensión arterial.
— Síndromes algoriodes, enfermedades coronarias.
— Arritmias cardíacas.
Cefaleas.
Enfermedades ginecológicas:
— Síndrome de Tensión Premenstrual.
— Dismenorrea (regla dolorosa).
— Trastornos menopáusicos.
Disfunciones sexuales:
— Impotencia.
— Frigidez.
— Vaginismo.
Enfermedades del sistema endocrino:
— Obesidad.
Enfermedades psiconeurovegetativas.
El espectro de las enfermedades psicosomáticas es ciertamente
amplio, incluye más aún de las que aparecen en este cuadro, pero hay que tener
en cuenta que, aunque estas enfermedades pueden ser psicosomáticas, no siempre
lo son. A la hora del diagnóstico, lo primero es descartar que no se trate de un
proceso orgánico (una cefalea, dolor de cabeza, puede deberse a una lesión
cerebral y no tener nada que ver con la situación psicológica).
Existe el riesgo
de convertir la patología psicosomática en un cajón de sastre donde todo puede
ir a parar. Esto es grave, puede poner en peligro la vida de una persona y por
supuesto retrasar el diagnóstico y el tratamiento de lo que verdaderamente le
ocurre.
En el tratamiento hay que combinar la asistencia del médico
general o especialista con el psiquiatra. Entre ambos se tratan las vertientes
orgánicas y psicológicas de la enfermedad. Uno trata la úlcera, el acné o la
hipertensión. El otro se encamina al origen en sí del problema psicosomático y,
posiblemente, de otros cuadros acompañantes, como la angustia o la depresión.
Existen dos armas fundamentales para el psiquiatra: la psicoterapia y los
psicofármacos, que combina a la hora de afrontar este problema.
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